Turismo

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La Villa de don Fadrique está situada en plena Reserva de la Biosfera. Pero eso no es de ahora. Antes de su fundación, el asentamiento que se situaba en este núcleo poblacional se llamaba La Puebla de la Isla. El motivo no es otro que el agua. Su término municipal está rodeado por dos afluentes del río Guadiana, el Gigüela al este, y el Riansares al oeste.

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El Complejo Astronómico de La Hita, que gestiona la Fundación Astrohita de La Villa de don Fadrique, y que en el año 2019 cumplió 20 años, se ubica en pleno corazón de la Tierra de Don Quijote, en plena Mancha Toledana. Sus cúpulas blancas destacan sobre la llanura manchega en el término municipal de La Puebla de Almoradiel junto al río Gigüela. Este emplazamiento le hace ser especialmente interesante para todos aquellos que buscan un turismo cultural y que quieren dejarse sorprender por las maravillas del cielo nocturno, a través de las actividades que se ofertan en La Hita. Forma un potente recurso turístico que se enclava en medio de lugares muy emblemáticos de la Ruta de Don Quijote donde además se puede degustar "el buen yantar" de la gastronomía tradicional: La Puebla de Almoradiel, La Villa de Don Fadrique, Campo de Criptana, El Toboso, Alcázar de San Juan, Consuegra, Mota del Cuervo o Belmonte, son algunos de los pueblos manchegos que circundan al Observatorio.

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Por La Villa de don Fadrique pasan varias rutas. Una de ellas es la del Camino Santiago del Sureste hacia Santiago de Compostela. La otra, el Camino Natural "El Trenillo", que transcurre por la antigua vía férrea entre Villacañas y Quintanar de la Orden. Además, muy cerca pasa la Vía Agropecuaria de la Cañada Real Soriana Oriental. En estos mapas se puede ver por dónde pasan dichas rutas que se pueden realizar andando, en bicicleta o en cualquier medio de transporte en el caso del Camino de Santiago y la Cañada Real, y a pie o en bicicleta en el caso del Camino Natural "El Trenillo".

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Todavía es posible admirar en La Villa de Don Fadrique muestras de la arquitectura popular manchega en casas con sus sencillos pero elegantes y cuidados patios que nada tienen que envidiar a los de Toledo, las frescas cuevas, los techos de artesones, las cámaras perdidas y los pequeños vanos enrejados de las fachadas blanqueadas con cal en las que muchas mujeres de la localidad todavía realizan labores textiles como bordados, encaje de bolillos o ganchillo entre otras cosas.

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